sábado, 29 de octubre de 2011

Una pequeña parte de algo. (Sábado por la noche, miércoles en la tarde y un instante indefinido.)

Y estaba el sentado en su sillón pensando en ella. No era de sorprenderse, sino bastante predecible en esos tiempos. Sábado en la noche. Sólo en el sillón con sus pensamientos y una computadora en sus piernas.
Sin reparar en la hora ni el pasar del tiempo, decidió comenzar a escribir.

Llevaba rato sentado ya en la mesita del café, un lugar modesto pero muy agradable. Le gustaba pensar que los dos encontraban el lugar apropiado para comenzar una conversación y por eso se reunían ahí normalmente. Gente pasaba caminando a sus espaldas y su vida delante de él. La guapa mesera llevaba la charola con un par de cervezas y comenzaba a ocultar más eficientemente su rubor a los rutinarios piropos. La observaba ir y venir, siempre alegre con su cabello flotando tras ella. Después de reflexionar un rato pensó para sí "Es verdad, hoy es miércoles." Ella trabajaba sólo los miércoles y los fines de semana.

Consultó la hora. Veinte minutos tarde. Estaba acostumbrado a la tardanza, o más bien a esperar, no le importaba mucho que la gente llegara tarde, esto era más bien normal. Lo que de verdad le molestaba, por el contrario, era la sensación de ir tarde; no el hecho de "llegar tarde", bastaba simplemente un poco de urgencia para que se sintiera incómodo por el hecho de pensar que la gente tendría que esperarlo. Por eso siempre procuraba llegar con anticipación. Llevaba treinta y cinco minutos en el lugar.

Para entretenerse un poco se dedicó a observar a la gente que lo rodeaba en las mesas vecinas y en la calle mientras golpeaba distraídamente su libreta con la punta de un bolígrafo.

Seguía sentado en el sillón con los pies arriba y la computadora en sus piernas. Había escrito algo que parecía considerable pero no era ni remotamente extenso; meramente un entretenimiento. Seguía pensando en ella. "¿En qué momento pasará algo?" pensó. "Debería llegar más rápido al punto" Pero la realidad es que mientras más escribía, más entretenido estaba. Era divertido dejar que las ideas aparecieran en forma de palabras. "Torpes dedos. Interrumpen" Queda claro que escribir sobre el teclado deja posibilidad a cometer errores de dedo, por eso prefería hacerlo sobre su libreta. Pero es bueno experimentar. "Estúpidos errores de dedo". Mientras escribía, o más bien describía, se percató que la idea no se reflejaba exactamente como la pensaba, sino que tenía que refinarse antes de caer en el papel, o en este caso, la pantalla y primero por el teclado. Además, este cuidado aumentaba considerablemente cuando escribía los diálogos o pensamientos de sus personajes. "Los diálogos son difíciles" pensó para sí (obvio, no había nadie más en la sala y nadie podía escucharlo) "Además, la gente no habla como escriben que hablan. Para empezar no son oraciones complicas. Una conversación fluye suavemente cuando se habla, cuando sucede. Los escritores tienen el problema de hacer parecer que sus personajes hacen eso pero es muy difícil." Los diálogos eran particularmente complicados de escribir para el. "Tengo que llegar al diálogo pronto".
Terminado el lapsus mental, continúo escribiendo.

"Qué rayos" Un poco harto, dejó de asediar la libreta con el bolígrafo. Colocó la punta sobre una página en blanco y se dedicó a…. simplemente dejarla ahí. Hace un momento tenía planeado escribir algo. Un quién sabe qué. Una pequeña parte de algo. Se sintió tan decidido que dejó de golpear la libreta y tenía la idea en la punta de la pluma. Ya estaba ahí, esperando. A punto de salir. Pero de alguna manera se esfumó. El momento pasó y simplemente ya no estaba ahí.

"Maldita sea." Su mano seguía inmóvil y la mirada clavada donde dejó la punta unos instantes antes. Si alguien lo hubiera visto así, inmóvil como estatua, podría pensar que se veía gracioso. Pero no, era frustrante. frustrante tener algo que decir y, llegado el momento, no poder hacerlo. Levantó la mirada sin fijarse en nada en especial; no veía el mundo, sólo sus pensamientos. "Después de todo ¿Por dónde empezar?" Pensó. El inicio es tan importante como el final o como cualquier otra parte. Pero es el principio, la primera palabra, lo más difícil. Una vez comenzado, las palabras aparecerían siguiendo la anterior como si  ya supieran cómo va el texto y simplemente se irían acomodando en su sitio en cuanto les tocara turno. "Listillas ¿eh?" Dijo para sí sonriendo. "Pero todavía no tengo un título." Volvió la mirada al papel y escribió un par de palabras: "Todo lo que quise decirte."




Continúa...

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