El sol era en verdad una estrella joven cuando conoció a la Luna.
Radiante y generoso las más veces, se le veía contento redondo y amarillo. Se contentaba con caminar sin cesar siempre en círculos (algunos estrictos dirán elipses) contemplando la vida en la Tierra, que se movía agradecida al rededor del señor Sol.
Constante era su paso, muy metódico a decir verdad y cabe mencionar humilde. Le gustaba dar calor y alegría; esto se notaba en primavera, cuando se lo veía más contento al platicar con las flores y ver despertar a los animales y a las plantas sacudirse la nieve, y todos ellos le agradecían y alababan su trabajo. Esto incomodaba al Sol, orgulloso como era, le gustaba saber que su trabajo era apreciado, pero humilde, no disfrutaba particularmente de las adulaciones incesantes que duraban hasta verano, cuando se ponía rojo de furia. Normalmente se calmaba en otoño por que creía que en otoño los árboles se cansaban y tiraban sus hojas y entonces decidía ir de paseo a otra parte hasta que al volver en primavera, veía que todos despertaban de nuevo. No estoy seguro si el Sol sepa que las criaturas de la Tierra duermen por que el se va.
Continua...
No hay comentarios:
Publicar un comentario